Afianzar lo positivo y reducir deformación - Covid19
Estamos viviendo tiempos aciagos en todo el mundo, también en las Américas.
Después de verificar la propagación del virus corona globalmente y confirmar la predicción en la caída de la economía, incluso en los países más poderosos del mundo, nos volvimos pesimistas para el corto plazo: “La recesión global será mayor que en la Gran Depresión del siglo pasado” (Fondo Monetario Internacional FMI) y “el impacto en el comercio internacional será altamente negativo” (Centro del Comercio Mundial).
Tras leer que el FMI prevé que el producto de la Zona del Euro puede caer -7,5%, el de los EEUU -5,9, en la China Continental -acostumbrada a crecer por encima del 9% durante décadas enteras- crecerá sólo 1,2%, que Argentina y Brasil sufrirán una recesión el -5,7% y el -5,3%, respectivamente, es grato que estime la caída del producto en nuestro país sólo en -1%.
CONTAGIO. Pero permanecemos optimistas en el mediano plazo. La prensa internacional afirma que en nuestro país el número de muertes por el mencionado virus y el de los infectados se encuentran entre los más bajos de las Américas. Aún suponiendo que estas cifras locales estén subestimadas por errores en la cuantificación y sin olvidar que esto ocurre también en el resto de América Latina y hasta en países industriales de economía de mercado, como España e Italia, es tranquilizante observar que las dimensiones de esta pandemia en Paraguay no son alarmantes. Ojalá pueda confirmarse esto fidedignamente.
CAIDA. No obstante, tenemos que acabar ciertamente con el virus, priorizando la salud, pero también incentivar la reactivación económica. La pandemia y la caída del producto conducirán a un endeudamiento gigantesco. Y es aquí donde debemos prestar atención, no solamente en el importe absoluto y relativo de la deuda sino sobre todo en quiénes y cómo la pagaremos, sin olvidar que simultáneamente hay que por lo menos reducir sustancialmente la deformación estructural. Ella consiste en la pésima calidad del gasto público, plagado de clepto e ineptocracia y nepotismo, inmersos en corrupción e impunidad mayúsculas. El sector privado no se salva de tal deformación estructural, caracterizada en este último caso por gigantesca evasión tributaria y monumental contrabando, incluso de mercaderías de comercialización expresamente prohibida, como armas, estupefacientes, piratería y similares. Ambos sectores se hallan además asediados por delitos económicos de última gama, como lavado de dinero, precios de transferencia, giros ilegales, narco-terrorismo y crimen organizado.
CUIDADO. Si no de reduce esta múltiple deformación estructural, el extraordinariamente grande endeudamiento, en el que caeremos a consecuencias de pandemia y de recesión, lo seguiremos pagando los mismos de siempre, con ciertas variaciones, según los casos:
a) Los contribuyentes a través de la política tributaria, vía pagos de impuestos mayoritariamente indirectos, en un contexto tributario signado por desigualdad en la imposición. La reforma de la misma debe seguir progresando.
b) Los ahorristas a través de la política financiera, que pueden terminar afectados si la administración de la misma abandona la ortodoxia en materia de intermediación de créditos y ahorros, bajo supervisión permanente y estricta.
c) Los consumidores de energía eléctrica, en la medida en que las tarifas de la ANDE y de las binacionales hidroeléctricas Itaipú y Yacyretá terminen cofinanciando el costo desbordado del endeudamiento.
NO A LA INFLACIÓN. Pero también la van a financiar todos los ciudadanos, si el Banco Central del Paraguay no presta debida atención al mantenimiento de la inflación a niveles bajos y a la debida correlación entre inflación y devaluación. Si se soltaran las riendas en el control de la oferta monetaria y de la velocidad circulatoria del dinero, podría ocurrir que el sobre-endeudamiento termine aumentando la inflación a niveles inusualmente altos. La inflación descontrolada es peor en todo sentido.
DESIDERATUM. Así que serán virtudes irrenunciables la firmeza en la disminución de la deformación estructural así como en la consolidación de nuestra fortaleza macroeconómica, definida como baja inflación, previsible devaluación, crecimiento económico inclusivo y disciplina fiscal.