
María Corina Machado ha sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz este año, no sólo como reconocimiento personal, sino como homenaje al pueblo venezolano que ha resistido la represión, la crisis política y económica, y las amenazas institucionales. Este premio tiene un significado especial: destaca a una líder que, aunque bloqueada políticamente, perseguidamente judicializada, y obligada a operar en clandestinidad, ha mantenido firme su vocación democrática.
Una democracia sitiada
- Venezuela ha vivido una erosión sistemática de sus instituciones democráticas bajo el gobierno de Nicolás Maduro: controles crecientes sobre el sistema electoral, organismos reguladores, fiscalía, y poderes públicos que normalmente son independientes.
- En las elecciones presidenciales de julio de 2024, Machado fue inhabilitada por el poder estatal para postularse como candidata. A pesar de eso, ganó abrumadoramente la primaria opositora de octubre de 2023; tras ser vetada, hizo campaña a través de un candidato alternativo, Edmundo González Urrutia, que la oposición considera vencedor en sus propios conteos, algo que el gobierno no aceptó.
- Bajo su liderazgo, la oposición ha enfrentado un alto costo: persecución política, arrestos, hostigamiento, amenazas, censura, y una vida política cada vez más restringida. Machado ha vivido parte de este tiempo en clandestinidad por seguridad.
No es solo el premio, es la señal
El Comité Noruego del Nobel premió a Machado por:
- Su persistente defensa de los derechos democráticos y la exigencia de elecciones libres y justas.
- Su valentía civil, enfrentar el autoritarismo aun sabiendo los riesgos personales. Vivir escondida, ser perseguida, tener colaboradores arrestados o exiliados.
- Su papel unificador: logró cohesionar a una oposición fragmentada y diversas fuerzas democráticas para un objetivo común. Esa unidad fue clave para presentar una alternativa clara al statu quo.
- Su compromiso con una transición pacífica, rechazando el uso de la violencia como método predominante, defendiendo la protesta democrática, la denuncia, la movilización ciudadana.
Riesgos reales de enfrentar al sistema
La valentía de María Corina no es simbólica: enfrentarse al poder que ejerce bajo mecanismos autoritarios implica:
- Inhabilitaciones políticas: barreras legales para participar en elecciones.
- Persecución judicial y criminalización de la disidencia. Acusaciones de corrupción, falsificación de resultados, actividades consideradas por el gobierno como traición, etc.
- Riesgos personales: amenazas, vivir oculto, tomar precauciones para proteger su seguridad y la de su entorno.
- Represión de manifestaciones, detención de seguidores o colaboradores, censura de medios. Cuando la movilización popular crece, la respuesta estatal suele ser represiva.
Impacto del Nobel: ¿una luz de esperanza?
- El premio internacional le da visibilidad global, lo que puede funcionar como escudo diplomático. Es más difícil para un régimen autoritario ignorar completamente a alguien premiado por la paz cuando medios y gobiernos del mundo monitorean.
- También representa un impulso moral para la oposición y para los ciudadanos, que ven reconocida su lucha, su resistencia diaria. Machado misma describió el reconocimiento como “un impulso para concluir la tarea: conquistar la libertad.”
- Al mismo tiempo, el premio podría incrementar la presión sobre el régimen: tanto diplomática como económica, con sanciones, críticas internacionales que exijan reformas, etc.
Recibir un Nobel no excluye el peligro: al contrario, lo confirma. Cuando una persona en clave de resistencia es premiada, su perfil se eleva, sus enemigos tienen más motivos para intentar silenciarla, y los riesgos personales se intensifican. Pero también, se reavivan esperanzas.
María Corina Machado simboliza más que resistencia: representa que la democracia puede persistir incluso cuando parece acorralada. Su premio lleva consigo una advertencia: que la libertad no se regala, que la institucionalidad no se restaura sin coraje, y que quienes asumen esos riesgos públicos lo hacen por algo más grande que sí mismos.
Para los demócratas, no solo de Venezuela sino de toda América Latina, su caso es una lección: la valentía importa; la defensa de principios importa; y el reconocimiento internacional puede tildearse de simbólico, pero cuando se combina con acción local, puede transformar realidades.