
Una crisis de representación… y una oportunidad para el cambio
En Paraguay, expresar comentarios sobre la política puede generar cierta frustración que aliento, La corrupción, el clientelismo y el desinterés por parte de la sociedad han dejado grietas profundas en la relación entre la ciudadanía y sus autoridades, sin embargo, en el escepticismo, emergen nuevas formas de liderazgo: personas que no buscan poder, si no que desean proporcionar nuevas formar de transformar y construir desde la ética, pues a esto se le llama liderazgo transformador.
¿Qué es el liderazgo transformador?
El concepto fue introducido por James MacGregor Burns (1978), quien ideó un modelo diferente de liderar que no se basa solo en dirigir, sino en inspirar a las personas a sortear crisis de manera individual en favor de un bien común. Según Burns (1978), el liderazgo transformador implica una relación de influencia mutua que eleva la motivación y la moral tanto del líder como de sus seguidores.
Más adelante, Bernard Bass (1985) profundizó este enfoque al destacar componentes como la inspiración motivacional, la influencia idealizada, la consideración individualizada y la estimulación intelectual. Tal como afirman Bass y Riggio (2006), este tipo de liderazgo busca no solo resultados, sino también crecimiento personal y colectivo.
Podríamos decir que todo lo mencionado anteriormente no se basa en imposiciones, sino en la capacidad de unir esfuerzos por medio de las voluntades. No persigue adhesiones pasivas, sino que fomenta una ciudadanía mucho más comprometida, que no se conforma con quedar dentro del statu quo, sino que impulsa cambios transformadores.
¿Y Paraguay? ¿Existen ejemplos reales de liderazgo transformador?
Aunque muchas veces pasan desapercibidos por los grandes medios de comunicación o quedan fuera del molde del poder tradicional, en Paraguay existen experiencias significativas de liderazgo transformador, especialmente en espacios comunitarios, sociales y en campañas lideradas por jóvenes.
Estos liderazgos no se caracterizan únicamente por el ejercicio formal de un cargo o una posición jerárquica, sino que se distinguen por su coherencia ética, su capacidad de generar impactos colectivos sostenibles y su compromiso genuino con el bienestar común.
Dichos atributos reflejan las dimensiones esenciales del liderazgo transformador, entendido como un proceso de influencia recíproca que eleva y transforma tanto al líder como a quienes lo siguen (Burns, 1978; Bass & Riggio, 2006). En este sentido, el liderazgo transformador en Paraguay se manifiesta en actores que movilizan conciencias, promueven cambios estructurales desde lo local y construyen ciudadanía activa a partir del ejemplo, la inspiración y la acción comprometida.
Un liderazgo que se construye desde abajo
En un país donde muchas veces la política parece estar desconectada de las verdaderas necesidades del pueblo, el liderazgo transformador aparece como un faro que ilumina nuevas posibilidades. Se construye desde abajo, desde lo comunitario, desde el ejemplo cotidiano de líderes que acompañan procesos, que escuchan, que movilizan voluntades sin discursos vacíos ni promesas grandilocuentes. Son personas que, desde la coherencia entre lo que dicen y hacen, inspiran a otros a comprometerse con el bien común.
Esto se observa en líderes barriales que luchan por servicios básicos, en docentes que innovan en sus aulas para formar ciudadanos críticos, en jóvenes que organizan campañas contra la corrupción o a favor de la justicia social. Estas formas de liderazgo tal vez no ocupen portadas ni espacios centrales en la política tradicional, pero tienen un impacto profundo, porque transforman mentalidades y abren caminos para el cambio real.
La urgencia de cultivar nuevos liderazgos
Frente a la crisis de representación y al descontento con la política institucional, Paraguay necesita fomentar una nueva generación de liderazgos. No se trata solo de ocupar cargos públicos, sino de construir referentes éticos capaces de convocar, de inspirar, de crear puentes entre las demandas ciudadanas y las decisiones colectivas.
El liderazgo transformador no es una utopía ni una teoría abstracta: es una necesidad urgente para regenerar la confianza, revitalizar la democracia y proyectar un país más justo y participativo.
Invertir en formación ciudadana, fortalecer espacios de participación real, y visibilizar a quienes ya están liderando procesos de cambio desde la base son pasos fundamentales. Solo así podremos romper con el círculo de cinismo y apatía, y abrir paso a una cultura política más humana, más transparente y transformadora.
¿Y si volvemos a creer?
Tal vez haya llegado el momento de hacernos una pregunta fundamental:
¿Y si volvemos a creer en la política como una herramienta para servir y no para servirse? ¿Y si volvemos a imaginar líderes que inspiren, que construyan, que unan en lugar de dividir?
El liderazgo transformador que Paraguay necesita no vendrá de fórmulas mágicas ni de salvadores, sino del compromiso colectivo, de la valentía de soñar con otra forma de hacer política y de convertir ese sueño en acción.
Bibliografía
Lawrence Erlbaum Associates.