China y Estados Unidos: Una grieta que se profundiza, y el dilema latinoamericano

La confrontación comercial entre China y EE.UU. se agudiza bajo la administración Trump, y con ella crecen las tensiones globales. En medio de esta disputa, América Latina enfrenta un dilema geoestratégico de gran magnitud: ¿de qué lado de la historia quiere estar?

Por Instituto Publicado el 08/04/2025 16:04

En medio de un escenario geopolítico cada vez más tenso, la relación entre China Popular y Estados Unidos ha entrado en una nueva fase de confrontación directa. Con el regreso de Donald Trump a la presidencia, se reactivan las políticas de firmeza comercial y estratégica frente a Beijing, colocando nuevamente a los países de América Latina frente a una encrucijada que ya no admite la indiferencia.

Durante su primer mandato, Trump marcó una clara postura de contención frente al avance del Partido Comunista Chino, denunciando prácticas desleales en el comercio internacional y alertando sobre los riesgos que representa una potencia autoritaria con creciente influencia global. Hoy, con su retorno, esas advertencias adquieren renovada urgencia.

El nuevo paquete de aranceles, que eleva los impuestos a productos chinos y busca reordenar las cadenas de suministro fuera del alcance del Partido Comunista Chino, no solo redefine el mapa del comercio global, sino que obliga a todos los actores a repensar sus alianzas. Las reacciones de China no se hicieron esperar: medidas espejo, presión diplomática y una narrativa que intenta victimizarse mientras sostiene redes de influencia en instituciones, medios y sectores estratégicos de América Latina.

En este contexto, Paraguay no está exento del dilema. Por un lado, mantiene una alianza histórica con los Estados Unidos y con Taiwán, basada en valores democráticos, libertad de expresión y economía de mercado. Por otro, crecen las voces que proponen una "neutralidad pragmática", abriendo la puerta a una mayor vinculación con la República Popular China, incluso a costa de los principios que han guiado nuestra política exterior.

No se trata de elegir entre dos modelos de desarrollo. Se trata de reconocer que el alineamiento con regímenes autoritarios, disfrazado de cooperación económica, trae consigo riesgos reales: dependencia, opacidad, presión ideológica y debilitamiento institucional. Los ejemplos en la región abundan, y son prueba suficiente de que no hay almuerzos gratis en la diplomacia china.

Como centro de pensamiento comprometido con la defensa de la libertad, el desarrollo sostenible y la soberanía nacional, creemos que Paraguay debe profundizar sus vínculos con sus aliados históricos y evitar caer en ambigüedades que pueden comprometer su futuro. El mundo se reconfigura, y en esa reconfiguración, hay que saber dónde pararse. Porque en tiempos de definiciones, la tibieza también es una forma de rendición.