UNA VISIÓN SOBRE EL CONFLICTO BÉLICO ENTRE LA FEDERACIÓN RUSA Y UCRANIA

Algo que al principio parecía imposible, por los tiempos en que vivimos y por la conciencia colectiva de que una escalada del conflicto con medios militares por parte de la Federación Rusa, uno de los estados con mayor desarrollo militar y nuclear a nivel global, conduciría a situaciones demasiado peligrosas e inestables como cuando el débil equilibrio estratégico de la disuasión nuclear en la época de la bipolaridad. Si bien ya el mundo seguía con recelo las señales claras de desplazamiento de blindados y concentración de tropas, hacia el borde oriental, norte y sur de Ucrania, aun cabían especulaciones sobre una suerte de presión más directa para negociar con mayor ventaja. Lo que en su momento elevó el nivel de incertidumbre respecto al conflicto, ya de larga data entre Rusia y Ucrania, fue el decreto firmado por el presidente ruso Vladimir Putin, el 21 de febrero de 2022, por el cual reconocía como repúblicas independientes a las antiguas provincias ucranianas de Donetsk y Luhansk; paso previo al anuncio que dio el mismo presidente, tres días después, sobre una “operación militar especial” que llevarían sobre Ucrania.

El 28 de febrero, con la orden desde Moscú, se dio inicio al ingreso de tropas militares rusas en territorio soberano de Ucrania. A partir de ese momento, con los sucesos subsiguientes de intercambio de mensajes, sanciones y respuestas, se han generado más especulaciones y bosquejado los más variados escenarios a nivel regional europeo y global; desde una vuelta a la calma a corto plazo, hasta la sombra de una tercera guerra mundial y la utilización de armas nucleares de destrucción masiva.

 

 

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