 
                En este latinoamericano hemisferio sur, la coyuntura en Brasil no sólo no la aplaca sino que se convierte en su correa transmisora: también la mayor  economía de América Latina tiene flancos débiles como el real brasileño, el disminuido crecimiento del PIB y la incertidumbre versus las elecciones generales en ese país. 
Afortunadamente y en comparación con ellos, no sólo el guaraní es un “dolar-í” sino que además la fortaleza macro-económica en Paraguay sirve de  dique de contención. 
No obstante, hay malas y buenas noticias acerca de que la devaluación argentina se halla ya por encima del 40% y la brasileña alrededor del 20%,  mientras que la paraguaya ha sido sólo del 5% y pico en lo que va del año. 
La correlación de precios debida a la contrastación de esas devaluaciones hace que los productos paraguayos sean 35% más caros y 15% más caros respectivamente  en los mercados argentino y brasileño. Con eso, las exportaciones paraguayas a Argentina y Brasil disminuirán sustancialmente. 
Pero, a la inversa, en Paraguay las importaciones legales e ilegales (el contrabando es feroz) de productos argentinos y brasileños serán en esa  misma proporción más baratos para los consumidores locales. Esto es una buena noticia para los estratos bajos: bajarán los precios de esos productos en la canasta familiar. También es buena noticia para los turistas y familiares paraguayos viajando por Argentina y Brasil.
             
                 
                                         
                         
                         
                         
                         
                        