¿Y si estamos construyendo más que edificios? Una mirada al auge inmobiliario en Paraguay
En Asunción y otras ciudades del país, el auge de las construcciones en pozo genera entusiasmo y movimiento económico. Pero también plantea preguntas que vale la pena hacerse: ¿hay demanda real detrás de tanta oferta? ¿Estamos planificando o repitiendo errores de otras crisis? Una reflexión inspirada en La Gran Apuesta y en la historia reciente de Estados Unidos y España.

¿Nadie vio Matrix?
Fue un libro que me abrió la mente en muchos aspectos. Me enseñó que no siempre hay que aceptar la realidad tal como se presenta frente a los ojos, sino aprender a cuestionarla, a mirar más allá del discurso oficial, a leer el contexto detrás de lo que vemos.
Y últimamente, yendo y viniendo entre Coronel Oviedo y Asunción, mientras contaba los pisos de los edificios que crecen sin parar, me vino a la mente una pregunta parecida, inspirada en otro título provocador:
¿Nadie vio La Gran Apuesta?
La película, basada en hechos reales, cuenta cómo en 2008 la economía más poderosa del mundo se desplomó a causa de una burbuja inmobiliaria. Los bancos habían repartido millones de préstamos hipotecarios a personas sin capacidad real de pago, los agruparon en paquetes financieros supuestamente seguros, y vendieron eso como inversiones de bajo riesgo.
Durante años, parecía que todo estaba bien… hasta que dejó de estarlo.
Un pequeño grupo de personas —los protagonistas de La Gran Apuesta— se animó a mirar detrás de la fachada. Mientras todos celebraban el crecimiento económico, ellos se dieron cuenta de que el sistema estaba podrido desde adentro. Apostaron contra el mercado... y ganaron. No por suerte, sino por haber comprendido una verdad incómoda antes que los demás: el sistema financiero e inmobiliario estaba inflado artificialmente y estaba por reventar.
¿Y en España? ¿Fue diferente?
No mucho. Durante los años previos a 2008, España también vivió una fiebre de construcciones. Se levantaban viviendas en cada rincón, y la idea generalizada era que “invertir en ladrillos nunca falla”. Los bancos ofrecían hipotecas generosas, los jóvenes se endeudaban para comprar su primer piso, y miles de personas apostaban a revender o alquilar.
La economía parecía imparable.
Hasta que la demanda real se agotó, los precios se estancaron, las empresas constructoras comenzaron a quebrar, y miles de viviendas quedaron vacías. El desempleo se disparó, los bancos se llenaron de deudas incobrables, y el Estado tuvo que intervenir para salvar al sistema. El costo social fue enorme: familias endeudadas de por vida, barrios fantasmas, pérdida de confianza.
¿Y Paraguay? ¿Qué estamos viendo hoy?
En Asunción, los edificios crecen en cada cuadra. Basta con levantar la mirada para ver grúas industriales armando nuevas torres, una tras otra. Los carteles de “Venta en pozo” están en cada esquina. Las redes sociales no se quedan atrás: todos los días aparecen nuevos proyectos, más altos, más lujosos, más ambiciosos.
A simple vista, parece una señal positiva: inversión, dinamismo, crecimiento.
Pero vale la pena detenerse un momento y preguntarnos:
¿Cuánto de este auge responde a una necesidad real de vivienda, y cuánto a una expectativa de rentabilidad fácil?
¿Estamos construyendo ciudad o solo negocios?
¿Estamos planificando el futuro o simplemente repitiendo un patrón de entusiasmo desmedido?
¿Qué es el sistema “en pozo”?
El sistema “en pozo” consiste en vender departamentos antes de que se construyan. El comprador paga durante la obra, y una vez finalizada, recibe la unidad. Es una práctica común y legal, utilizada en todo el mundo. Pero también puede volverse riesgosa cuando:
- Se construyen más inmuebles de los que el mercado puede absorber.
- La mayoría de los compradores no planea vivir en las propiedades, sino revenderlas o alquilarlas, generando sobreoferta.
- La construcción avanza sin planificación urbana ni regulaciones claras.
- Los precios de venta superan largamente el poder adquisitivo de la mayoría de la población.
Paraguay tiene condiciones diferentes a las de Estados Unidos o España. Nuestro sistema financiero es más conservador, el acceso al crédito es más restringido y todavía no hemos experimentado un colapso inmobiliario.
Pero también hay señales que merecen atención:
- Se promueve una cultura de inversión basada en expectativas, no en necesidades.
- Se concentran grandes sumas de dinero en zonas específicas, sin garantizar acceso a infraestructura ni servicios.
- El Estado tiene poca presencia como regulador y como planificador urbano.
- El “todo sube” se convierte en sentido común, hasta que ya no sube más.
¿Y si esta vez miramos más allá del entusiasmo?
No se trata de oponerse al desarrollo. Paraguay necesita viviendas, inversión y empleo. Pero también necesita pensar en el largo plazo. Lo que pasó en 2008 en Estados Unidos, y en España poco después, no fue producto de mala suerte: fue el resultado de entusiasmo sin límites, deuda sin control, y falta de visión estratégica.
Si vamos a construir, construyamos con conciencia. Con planificación. Con responsabilidad.
¿Estamos construyendo con base sólida, o solo levantando ilusiones?
El tiempo —y nuestra capacidad de pensar a largo plazo— lo dirán.
Mientras tanto, no dejemos de hacernos preguntas.
Por: Fabio Raúl Morales
Especialista en Gestión de Gobierno
Egresado del Programa de Liderazgo Político Estratégico 2024